Vivimos en un Estado laico con diques confesionales. En temas como el aborto, la eutanasia, el matrimonio entre personas del mismo sexo, el consumo de drogas con uso lúdico, las autoridades desde hace más de 30 años aplican restricciones de carácter religioso, pasando por alto argumentos científicos, sociales, culturales, institucionales, pero sobre todo legales para reconocer derechos y libertades.
La permisibilidad religiosa es tan común en esta 4-T como en las administraciones anteriores. Si Cuauhtémoc Blanco Bravo (precandidato Presidencial), hoy gobernador de Morelos, pudo ordenar una misa en el interior del Palacio de Gobierno, como lo hizo el pasado 12 de diciembre, pues el Presidente también está en posibilidad de ofrecer revisar y en su caso modificar la ley para que grupos religiosos administren estaciones de radio.
Conociendo el proceder del Presidente de la República es difícil que se pueda modificar o violentar la Constitución, para favorecer el apetito espiritual o político que hay en Asociaciones Religiosas que pretenden implantar una moral con facultades metaconstitucionales para los mexicanos. Aunque, el Jefe del Ejecutivo no ha dado a conocer oficialmente lo que significa para él la palabra “moral”. Sólo se sabe que su “Constitución Moral” será una guía de valores que dará a luz a un pacto colectivo y servirá para estimular mejores patrones de conducta, sin imponer creencias religiosas. De hecho, el 31 de julio próximo se convocará a una convención, en donde se aprobará el texto final de ese documento que no se ha explicado cuál será su alcance e impacto en la sociedad.
Si fuera posible modificar la ley y que las Iglesias pudieran ser propietarias, como en muchos países del continente, de medios de comunicación, el Estado estaría obligado a proporcionar igualdad de circunstancias para que cada una de las casi 9 mil 500 Iglesias registradas ante Gobernación tuvieran acceso a una frecuencia.
Para efectos de propaganda en esta materia, en México todos los credos tienen derecho a propagar su fe y adoctrinar por el medio que sea. Así hacen uso de su libertad de expresión como Asociaciones y también a título personal, como lo acostumbran algunos ministros de culto. Claro, los medios deben ser pagados por ellos, o bien los medios de comunicación pueden destinar espacios específicos para dar voz a esas confesiones que son necesarias en toda sociedad. Aunque tener programas de radio es distinto a manejar o administrar concesiones.
Para que esto último fuera posible deben ser modificados por lo menos 3 Artículos de la Carta Magna: el Tercero, que garantiza la laicidad en la educación, por lo que el Estado debe mantenerse al margen de cualquier religión; el Sexto, que respalda la libre manifestación de ideas, siempre que no vulneren los derechos de terceros; y finalmente el 130 que afianza la libertad que tienen los Ministros de Culto para asociarse y manifestarse, pero que no lo hagan en contra de las leyes del país.
Y cabe entonces la pregunta: ¿cómo los pastores y sacerdotes -en sus eventuales estaciones de radio y televisión- propagarán la idea de que no debe penalizarse el aborto, ni permitir que se unan en matrimonio personas del mismo sexo, o que los mexicanos decidan consumir mariguana con fines lúdicos?
Los medios deben ser laicos y neutrales, donde quepan todas las posturas, y haya inclusión, pluralidad y apertura para combatir los monopolios religiosos. Las cadenas de radio y televisión, así como los medios impresos deben mostrarse abiertos para los distintos mensajes religiosos, eliminando con ello el monopolio que hoy existe, lo que les dará rating, credibilidad y respeto. Esta misma fórmula aplica para los funcionarios de todos los partidos en todos los Estados.
PALABRA DE HONOR: Los 723 casquillos que salieron de 15 armas distintas encontrados en la masacre del pasado 19 de abril en el poblado “Los Potros” en Minatitlán, Veracruz, da cuenta de que el narcotráfico sigue dispuesto a todo sin importar que haya o no un reglamento para que opere la Guardia Nacional. El gobernador Cuitláhuac García Jiménez no ha dimensionado la tragedia y sigue su pleito político con el fiscal Jorge Winkler. Ni modo, así se llevan…