Arturo Farela, el capellán de la 4T
Por: Juan Carlos Rodríguez 1-agosto-2019 EJE CENTRAL
Después de La Biblia, hay un libro que Arturo Farela atesora con especial afecto. Es un ejemplar del texto 2018. La Salida. Decadencia y renacimiento de México, de Andrés Manuel López Obrador, que tiene la siguiente dedicatoria: “Para Arturo Farela, mi amigo de siempre. Cristiano auténtico y demócrata sincero”.
¿Cómo valora esas palabras? — se le pregunta al presidente de la Confraternidad Nacional de Iglesias Cristianas Evangélicas (Confraternice), el líder religioso más cercano y con mayor influencia en el Presidente de la República y quien el pasado 27 de julio aseguró que que se debe modificar el artículo 130 constitucional para que los ministros de culto sean votados y así ocupen cargos públicos, algo que le propondrá al presidente López Obrador.
—¡Pues yo le creo! —exclama el hombre que en febrero pasado detonó un debate a escala nacional sobre las amenazas al Estado laico, al plantearle al jefe del Ejecutivo la necesidad de reformar la ley para que las asociaciones religiosas accedan a concesiones de radio y televisión.
“Me honra que un hombre de la estatura de Andrés Manuel López Obrador diga que soy su ‘amigo de siempre’, o sea, ¡no soy su amigo de los últimos siete meses!”, vuelve a exclamar Farela, pastor de 65 años, de complexión gruesa y voz de tenor. Él es el “general” de los soldados que han salido a las calles a repartir la Cartilla Moral, el marco ideológico con el que se pretende dejar los valores sobre los que se finca la Cuarta Transformación.
Y lanza: “¿Estarías dispuesto a ir a la cárcel por alguien que no es de tu familia? Pues yo sí, por Andrés Manuel López Obrador (…) se me hace muy digno”.
Agente. Arturo Farela es apoderado legal de 40 iglesias cristianas, aunque llegó a representar hasta 140 congregaciones.
La conversión
Nacido en 1953 en Ciudad Frontera, Coahuila, Arturo Farela Gutiérrez fue un “pecador católico” —como él mismo lo ha dicho— durante toda su juventud, hasta que conoció a Genoveva Pacheco, la mujer que lo encausó hacia el cristianismo y, posteriormente, se convirtió en su esposa.
La primera congregación a la que acudió Farela tras dejar el catolicismo fue la Iglesia Bautista, luego se adhirió a la Iglesia Cristiana Interdenominacional (ICIAR), cuyo templo principal se localiza en la colonia Portales de la Ciudad de México.
Antes de las reformas de 1992, que dieron origen al reconocimiento jurídico a iglesias, Farela era pastor de un pequeño templo al oriente de la Ciudad de México. Entonces ya se había licenciado como teólogo en el Instituto Bíblico San Pablo y había cursado la carrera de Derecho en la UNAM, aunque no hay constancia de que se haya titulado.
El vehículo para que Farela se diera a conocer entre la élite cristiana fue Alberto Montalvo, entonces pastor de las Asambleas de Dios y fundador del Foro Nacional de Iglesias Cristianas Evangélicas (Fonice), creado a principios de los años 90, luego de que el presidente Carlos Salinas invitara a todos los grupos religiosos a organizarse y presentar propuestas para reformar la Constitución y redactar la primera Ley de Asociaciones Religiosas y Culto Público.
El Fonice fue el primer ente que articuló a las diversas expresiones cristianas evangélicas, el segmento religioso más grande de México después del católico y que desde los años 70 ha experimentado un crecimiento constante, al grado de contar hoy con alrededor de 12 millones de adeptos, con una fuerte presencia en Chiapas y Tabasco, donde más de 40% de la población profesa dicha religión.
En 1990, con alrededor de 37 años, Farela se acercó a Montalvo. “Llegó a pedirnos ayuda, porque le estaban quitando su templo. Durante algunos años, él perteneció a la Iglesia Cristiana Interdenominacional, pero un día decidió separarse y crear su propia congregación; sin embargo, la ICIAR no quería dejar que se quedara con el templo que tenía en Iztapalapa y nos pidió que lo ayudáramos”, recuerda en entrevista con ejecentral.
Al final, los integrantes del Foro Nacional hablaron con los líderes religiosos de ICIAR y lograron que Farela conservara su templo. En agradecimiento, se ofreció a colaborar con el Fonice en los trabajos de realizaba para la modificación de los artículos 3, 5, 24, 27 y 130 de la Constitución.
“Pronto nos dimos cuenta de no era conveniente mantenerlo en el Foro y decidimos separarlo”, relata Montalvo.
¿Por qué no era conveniente?
—Por que no encajaba con la visión y los intereses del Foro, que era una plataforma de expresión de los evangélicos ante el gobierno con miras a las reformas legales y no cobrábamos por los servicios.
¿Y Farela quería cobrar? ¿Por eso lo separaron?
—Entre otras cosas. A los evangélicos no nos gusta ser protagonistas, y Farela no cubría con ese perfil.
¿Qué opinan de que Confraternice reparta la Cartilla Moral?
—Primero se debe aclarar que Farela representa a un sector muy pequeño de los evangélicos, las principales congregaciones no están con él. Segundo, nosotros no nos metemos con actividades de gobierno; tenemos nuestra propia fuente de información, nuestra propia cartilla que es La Biblia y ésta es irrefutable. No necesitamos nada más. No vamos a suplir con un documento gubernamental al libro de los libros, que es la palabra de Dios.
El acertijo
A Farela se le plantea el siguiente problema conceptual: López Obrador se declara juarista; sin embargo acude a las Iglesias para que le ayuden en tareas del gobierno; el tabasqueño es un político de izquierda, pero se guía por principios religiosos; del mismo modo, el Presidente se dice progresista, pero hizo alianza con el Partido Encuentro Social, que tiene una agenda conservadora.
¿Ha podido descifrar ese acertijo?
—Tenemos que entender que el presidente López Obrador es un hombre espiritual y con una gran sensibilidad social. Él es progresista, y prueba de ello es que en la mañanera ha recibido a representantes de la comunidad lésbico-gay. Él es de izquierda, porque siempre ha luchado por la justicia, por la equidad, por los pobres. Entonces, el acertijo se entiende cuando descubrimos que hay un principio que lo rige para llevar a cabo todas esas misiones y es lo que declaró hace poco: ‘yo soy seguidor de Cristo’”.
¿Cómo conoció a López Obrador y cómo se forjó su amistad?
—Desde que él fue jefe de Gobierno aquí en la Ciudad de México, tuvimos contacto. Él siempre ha sido una persona plural y dialoga con todas las iglesias. Nos comenzamos a saludar con frecuencia y comenzamos a tener reuniones periódicas. La amistad se incrementó cuando fue candidato a la Presidencia de la República por primera vez, en 2006, y yo lo apoyé abiertamente. Siempre lo he apoyado porque para mí es un hombre de bien, que lucha por la justicia, a tal grado que fui llevado a dos procesos judiciales porque supuestamente había yo quebrantado la legislación, pero gané en ambos lados.
Prueba de esa amistad es que una pared de la oficina de Farela, en la colonia Juárez, está llena de fotografías con López Obrador. Lo mismo ocurre con su perfil de Facebook: el pastor evangélico se deja ver con la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero; el ministro de la SCJN, Arturo Zaldívar; los expresidentes Enrique Peña Nieto y Felipe Calderón, hasta con el exfutbolista Hugo Sánchez y el comentarista Raúl Orvañanos.
Sociedad. Cofraternice es la asociación civil que dirige Farela, especializada en asesoría legal, fiscal y contable, “evangelismo masivo, defensa de los derechos humanos, preponderantemente de indígenas cristianos evangélicos”.
El partido que no fue
Es justo ese afán por los reflectores y el gusto por el contacto político lo que no gusta ni a correligionarios ni a colaboradores de Farela.
Uno de ellos es Adolfo García de la Sienra, doctor en Teología y Filosofía, con quien Farela se asoció en 1992 para fundar la Confraternidad Nacional de Iglesias Cristianas Evangélicas (Confraternice) y con quien quiso echar a andar el Partido Reforma Nacional (PRN), en 1995, proyecto que finalmente se frustró.
“Farela nunca entendió la filosofía que yo estaba tratando de enseñarle. Yo diseñé un partido que impulsara la economía para el bien común y la profesionalización del servicio público, pero él quería ser la eminencia del partido político y dirigirlo desde una posición pastoral; nunca entendió que lo político y lo religioso son dos esferas que se deben mantener independientes”, recuerda De la Sienra en entrevista con este semanario.
Actual profesor-investigador de la Universidad Veracruzana, De la Sienra cuenta que decidió alejarse de Farela cuando el pastor hizo de Confraternice un ente que confundió el negocio con la representatividad religiosa. “Él se me acercó en 1992 para formar una agrupación cuya principal función era la gestión legal y fiscal para las nuevas asociaciones religiosas. Quería ser gestor y cobrar por sus servicios. Y eso está bien, es una actividad honorable, pero con el tiempo el negocio se confundió con otras actividades de representación.
“Yo se lo dije a Farela: no podemos presentarnos como representantes de la iglesia cristiana evangélica, porque no existe. Son muchas iglesias y millones de fieles. Cuando tú declaras, debes especificar que hablas por algunas de las iglesias. (…) él ha querido deslizar la idea de que representa a todas, aprovechándose de que el común no sabe que el cristianismo evangélico es un enorme mosaico”.
Activismo en Chiapas
Una vez aprobada la Ley de Asociaciones Religiosas, en 1992, cientos de iglesias tuvieron que contar con un gestor que las registrara ante la Secretaría de Gobernación y les asesorara en cuanto a impuestos. Esa fue un área de oportunidad para Farela, cuyo bufete de abogados y contadores llegó a representar hasta 140 congregaciones. Hoy es apoderado legal de 40 iglesias.
Farela ganó notoriedad mediática en 1996, cuando colaboró en la organización de la Marcha por la Paz en la Ciudad de México, a la cual acudieron 70 mil ciudadanos y que buscaba impulsar el diálogo entre el gobierno y el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN).
En el conflicto zapatista, Farela se distinguió por defender a las comunidades evangélicas expulsadas de sus lugares de origen por motivos religiosos, sobre todo en la zona chamula, donde enfrentó a grupos católicos y autoridades priistas, en algunos casos a costa de su integridad.
“Comenzó picando piedra porque, por un lado daba asesoría jurídica a las iglesias y, simultáneamente, se enfrentó con la Secretaría de Gobernación por los expulsados evangélicos de Chamula, y ahí sí se la jugó”, afirma el experto en religiones Elio Masferrer.
“Esa es la clave del prestigio de Farela, que él siempre defendió a los evangélicos y se enfrentó con el gobierno que tuviera enfrente, sobre todo con los del PRI, cuando dominaban Chiapas”, agrega el académico, quien recuerda que por Farela se crearon las primeras escuelas oficiales para indígenas evangélicos en la entidad.
Las relaciones de Farela con los presidentes mexicanos han sido ríspidas. Sobre Ernesto Zedillo dijo que debía ser procesado por la matanza de Acteal, a Vicente Fox lo acusó de tolerar la violencia religiosa, a Felipe Calderón le criticó la violencia por su estrategia contra el crimen organizado y a Enrique Peña Nieto le recriminó que pretendiera imponer impuestos a las asociaciones religiosas.
Amigos. El pastor Farela asegura que su amistad con López Obrador comenzó cuando el ahora Presidente era jefe del otrora Gobierno del Distrito Federal.
El César y Dios
Con López Obrador, Farela es consecuente. No ve ningún riesgo en que el Presidente se auxilie de iglesias para difundir los valores sobre los que quiere construir la 4T.
—¿Está de acuerdo con la frase: “dar al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”? —se le pregunta al pastor que es visto como protagonista de un Estado confesional.
—Es palabra de Dios y por supuesto que estoy de acuerdo. Pero hay que hacer una correcta interpretación. El hecho de que Jesucristo haya dicho “dar al César lo que es del César…” era un planteamiento en relación al pago de impuestos. Lo que estaba diciendo Jesucristo era ‘paguen impuestos’. No es que haya una ruptura con el gobierno, al contrario, que haya una relación en el cumplimiento de obligaciones y en el disfrute de derechos.
¿Cuál es su concepto de Estado laico?
—Coincido con el concepto del presidente López Obrador. El Estado que no tiene religión, que no da preferencia a ninguna religión, el estado donde caben todas las religiones, las mayorías y la minorías; entiendo por Estado laico un estado plural, incluyente, demócrata, donde los derechos humanos son para todos.
El reglamento de la Ley de Asociaciones Religiosas y Culto Público refiere que las autoridades deberán promover un clima propicio para convivencia entre individuos de distintas religiones.
Signatura. “Para Arturo Farela, mi amigo de siempre. Cristiano auténtico y demócrata sincero”, versa la dedicatoria que el presidente López Obrador escribió en el libro de su autoría 2018. La Salida. Decadencia y renacimiento de México.