Por: Ricardo Preza (Diario 24 Hras)
24-sept-2024
Por primera vez en medio siglo, la religión no juega un papel preponderante en una contienda presidencial en Estados Unidos. Los candidatos Kamala Harris y Donald Trump evitan hablar abiertamente sobre su fe, una tendencia que refleja el creciente número de estadounidenses sin afiliación religiosa.
En las elecciones de 2024, ni la candidata demócrata ni el republicano hicieron de sus creencias religiosas un eje de campaña, lo que marca un cambio respecto a elecciones anteriores.
Según el Public Religion Research Institute (PRRI), el 27 por ciento de la población estadounidense se identifica como “sin afiliación religiosa”, lo cual supera a los protestantes tradicionales y los evangélicos blancos combinados.
Este cambio demográfico podría estar detrás de la disminución del enfoque en la religión por parte de los candidatos.
Desde la elección de Jimmy Carter en 1976, la fe religiosa es un componente clave en las campañas presidenciales. Carter, un bautista devoto, no dudó en hablar sobre su religión, incluso en una entrevista con la revista Playboy, en la que prometió no mentir jamás.
Desde entonces, figuras como Ronald Reagan, Bill Clinton y George W. Bush también recurrieron a su fe para conectar con los votantes. Bush, por ejemplo, afirmó que Jesucristo “cambió su corazón”, lo que resonó con su base cristiana.
El republicano, a pesar de contar con el apoyo de los evangélicos blancos, rara vez se refiere a sus experiencias religiosas. Aunque se describe como protestante, sus menciones a Dios suelen estar relacionadas con movilizar a su base cristiana para oponerse a la “izquierda radical”. A menudo cometió errores en la identificación de pasajes bíblicos y admitió que no recuerda haber pedido perdón a Dios.
La primera vicepresidenta de la historia, por su parte, habló en ocasiones de su crianza en una iglesia bautista y en un templo hindú, pero rara vez detalla sus creencias religiosas en público.
En su discurso en la Convención Demócrata, mencionó su admiración por los líderes cristianos negros del Movimiento por los Derechos Civiles, y destacó la importancia de la fe en su vida y en la comunidad afroamericana. Su esposo, Doug Emhoff, es judío, lo que añade una dimensión pluralista a su vida familiar.
La carrera entre Kamala Harris y Donald Trump refleja un nuevo paradigma en la política estadounidense, donde la religión ya no es un tema central.
Con un electorado cada vez más diverso y secular, los candidatos parecen haber ajustado su mensaje para atraer a una base que, si bien aún incluye a cristianos conservadores, también representa a un número creciente de personas sin afiliación religiosa.
La pregunta que queda es cómo este cambio influirá en el futuro del discurso político en Estados Unidos.